Oración a San Cipriano. Rompe hechizos, brujería, maldiciones.

San Cipriano es un santo de origen romano. Se le conoce principalmente por sus delicados hechizos y oraciones, que se han utilizado durante siglos con fines mágicos y religiosos. Sus oraciones se usan para curar enfermedades, mejorar la suerte, alejar los malos espíritus de un hogar, limpieza espiritual y protección contra enemigos.

A menudo se dice que las oraciones de San Cipriano tienen una alta energía y son extremadamente fuertes. Si se usan de la manera correcta, pueden tener un efecto positivo sobre la vida de una persona.

Oración a San Cipriano.

«San Cipriano, te agradezco de todo corazón por velar por mí y por todos aquellos que saben que recurren a ti en momentos difíciles. Te pido por tu inmensa bondad que me des tu bendición para protegerme de los hechizos, brujerías, maldiciones y espíritus malignos que se ciernen sobre mí. 

Por tu poderosa intervención, ruego que me devuelvas las energías perdidas, la fuerza y el coraje necesarios para poder vivir en el presente y atraer hacia mí la paz, la felicidad y la verdadera prosperidad.

Imploro tu magnífico poder para protegernos de cualquier intento de maleficio, conjuros, mal de ojo y cualquier mala intención que busque alterar nuestras vidas. Ya sean personas vivas o aquellas del otro mundo a las que hayamos ofendido.

San Cipriano, seas testigo de mis oraciones y que estas lleguen hasta ti cumpliendo mi petición de protección para mí y mi familia. Por tu gracia te pido que nos protejas de cualquier maldición, maleficios, hechizos o influencias negativas. 

Bendito San Cipriano, otorga tu ayuda para romper cualquier encantamiento maligno, ya sean amuletos, conjuros, encantamientos o inciensos venenosos. Tu colosal poder protege mi sangre, mi vida, mis hijos, mi cuerpo, mi alma y todos los que me rodean.

Bendito y glorioso San Cipriano, con mi diezmada fuerza te imploro para que me protejas de todos los embrujos. Por favor, aparta todos los deseos de maleficios de mi vida, permitiéndome sacrificar las ofensas que recibo con el perdón y la compasión.

Encomiendo mi espíritu y mi alma a tu protección, San Cipriano, para que me brindes tu protectora cruz santa y que me otorgues una nueva ocasión para ser salvado.

Amén.»

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